Educación para la transformación del territorio: la experiencia del IES Félix Muriel de Rianxo

A finales de marzo de 2019, el humo volvía a oscurecer el cielo del Barbanza. Aún estaba llegando la primavera, pero el fuego, avivado por un viento del noreste intenso e impulsado por el monocultivo forestal y el estado del monte, devoraba alrededor de 1200 hectáreas en los ayuntamientos de Dodro y Rianxo, aproximándose peligrosamente a varios núcleos de población y obligando al desalojo del IES Félix Muriel de Rianxo.

Tras un par de días, el viento fue amainando y el incendio pudo ser controlado por los servicios de extinción, pero igual que en su día había sucedido en Baroña o Froxán, aquello se convirtió en un punto de inflexión. La tempestad no dio paso a la calma, sino a la acción. A mediados de abril nacía la Plataforma en Defensa do Monte, conformada por la mayor parte de las comunidades de montes de Rianxo, convencidas de la necesidad de caminar juntas hacia la sostenibilidad. Pocos meses después, el instituto Félix Muriel ponía a andar el Proyecto Monte Vivo. El objetivo, vincular la práctica educativa con el territorio y las comunidades, promoviendo un modelo de aprendizaje más activo y participativo que entrara en conexión directa con la realidad del alumnado y que permitiera una mayor proyección de su trabajo en relación con el entorno.

Los montes comunales de Rianxo, en contexto

Rianxo cuenta con trece montes vecinales en mano común (MVMC) gestionados por diez comunidades, en unos casos conformadas por los vecinos de una determinada aldea y en otros por los habitantes de toda una parroquia. Después del expolio de los montes por el Patrimonio Forestal del Estado (PFE), a lo largo de los últimos cincuenta años los vecinos organizados lograron recuperarlos, al amparo de las leyes de reconocimiento de la propiedad vecinal de 1968, 1980 y 1989. La primera de las devoluciones inscritas tuvo lugar en abril de 1975, aún en la fase final de la dictadura franquista, mientras que la última hasta el momento data del verano de 2006.

En la actualidad, el área declarada como MVMC en Rianxo supera las 2000 ha, es decir, alrededor del 35% del territorio total del municipio. Los datos encajan con la realidad general del Barbanza, lo que permite pensar este municipio como una representación a escala de las problemáticas y potencialidades de la comarca. Por su parte, las ocho comunidades que junto con la asociación vecinal Fousas al Monte conforman la Plataforma en Defensa do Monte, constituida con el objetivo de desarrollar un proyecto conjunto de ordenación sostenible, disponen de más de 1500 ha, es decir, alrededor del 26% de la extensión municipal.

Los montes vecinales en mano común declarados en Rianxo comprenden el 35% de la superficie total del municipio, una proporción muy similar a la que se da en la península del Barbanza

La educación, pieza fundamental del cambio

Rafael Saco, docente de filosofía en el IES Félix Muriel y miembro de la dicha plataforma, percibe en este contexto una oportunidad para implicar al alumnado en el proceso de transformación territorial, buscando tender puentes entre el centro educativo, las comunidades de montes y el movimiento asociativo.

Las ideas toman forma en el Proyecto Monte Vivo, una propuesta interdisciplinar edificada sobre el concepto de biocultura con la que se busca promover la toma de conciencia ecosocial en favor de una concepción integral del territorio. La base metodológica la  aporta el denominado aprendizaje-servicio, una propuesta educativa en la que la participación del alumnado en las actividades y proyectos tiene como fin atribuirle servicios a una comunidad, en este caso a las comunidades de montes vecinales. En este campo, el proyecto cuenta con el apoyo de la Asociación AVOAR y del grupo de investigación Esculca (USC).

Desde el punto de vista del proceso educativo, Saco considera necesario “aprovechar esos años que los chicos están aquí e integrarlos para que los conocimientos tengan un sentido”. En sus palabras, no hacerlo sería un “desaprovechamiento de los recursos”. “La educación tiene que partir de problemas reales”, continúa, lo que le da la oportunidad de convertirse en un medio para el cambio. Y aquí juega su papel la filosofía, que tiene la capacidad “de construir máquinas de transformación del pensamiento y de la realidad”, pero también muchas otras áreas del conocimiento, que se integran en el proyecto a través de los distintos departamentos educativos del centro.

Así, Monte Vivo inició su andadura en el curso 2020-2021 con un proceso de transformación del patio escolar, que había sido cercado por el fuego en marzo de 2019. Una de las acciones más destacadas en esta primera fase fue la de la eliminación de 45 acacias de grandes dimensiones, especie invasora y pirófita que predominaba en el espacio. Por otro lado, los alumnos comenzaron a desarrollar proyectos vinculados a las diferentes materias —en la actualidad participan alrededor de veinte profesores de los departamentos más diversos—, desde la realización de estudios y el diseño de propuestas para las propias comunidades hasta la realización del documental Monte Vivo, premiado en el FICBUEU 2021.

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Transformar o territorio desde a biocultura: el impulso del Laboratorio

Durante el presente curso escolar, la actividad del Proyecto Monte Vivo está intensificándose. Uno de los motivos de ello es que la propuesta Transformar o territorio desde a biocultura, presentada por el IES a la convocatoria de Proyectos Semilla del Laboratorio Ecosocial del Barbanza, terminó siendo una de las tres iniciativas financiadas.

Saco considera que el apoyo del Laboratorio supone un impulso importante, en primer lugar como “reconocimiento de una iniciativa que se inició en solitario”, pero también porque permite “consolidar el vínculo proyecto educativo – comunidades” también desde un punto de vista “práctico, permitiendo instalaciones en condiciones que serían inasumibles”. En este sentido, el profesor destaca la ayuda práctica y directa del Laboratorio, pero también su papel a la hora de “difundir el proyecto, de expandirlo, de darle más cuerpo y coherencia”.

Otra de las maestras implicadas en el proyecto es Pilar Pérez, profesora de Tecnología, que actualmente está coordinando con su alumnado el diseño del invernadero y los semilleros, así como los circuitos de agua y energía que los nutren. Para la profesora, no es el mismo montar el circuito “en un programa cómo Arduino, algo que no van a ver”, que hacerlo para un invernadero en el que ellos mismos tienen que trabajar. Medir el grado de humedad, diseñar una bomba de agua que solo se active en determinadas condiciones… “Los chicos están involucradísimos y muy interesados”, afirma. Estas instalaciones, junto con la puesta en marcha de un proceso de investigación sobre la memoria del monte o la realización de conferencias, son algunas de las actividades financiadas.

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Vinculando generaciones, construyendo futuro

Instituto, comunidades, asociaciones… Además de la importancia de generar sinergias y del efecto multiplicador que puede significar una red de trabajo como esta, Saco destaca también la vertiente pragmática que justifica Monte Vivo: los alumnos y las alumnas del instituto son los comuneros del futuro.

Iker Lorenzo, alumno de 1º de Bachillerato, señala el “enriquecedor” que está siendo para él hacer parte de esta propuesta educativa. En su caso, desarrolló un proyecto de campamento de verano en los montes vecinales con el objetivo de que niñas y niños de otros lugares pudieran conocer la zona y acercarse de forma lúdica a todo lo que ellos están descubriendo a través del trabajo en las aulas. Además, destacó la realización de palestras con personas de las comunidades de montes, que les permitieron entender, entre otras cuestiones, “la relación entre la salud del monte y salud de la ría”.

Elena Ramos, también de 1º de Bachillerato, destacó la posibilidad de hacer entrevistas a vecinas y vecinos así como la realización de documentales. En su caso, el proyecto en el que participó giró alrededor de la introducción de vacas  cachenas en la comunidad de montes del Araño, una propuesta pensada en clave sostenible —permitiría fertilizar el monte y reducir el riesgo de incendios al tiempo que se moviliza la comunidad y se dinamiza la economía de Araño— y también educativa, a través de la realización de excursiones para conocer el papel del ganado su relación con la biodiversidad.

Estas y muchas otras propuestas están ahora en las manos de las comunidades de montes, que gracias a Monte Vivo pudieron dar a conocer al alumnado del instituto su modo de funcionamiento y el papel esencial que juegan en la realidad territorial de Rianxo. Preguntado acerca del futuro de la iniciativa, Saco señala que hay una “forma clarísima de cuantificación independientemente de los resultados académicos, que es la propia evolución en la transformación del territorio forestal de Rianxo. El modo de ver que proyección tiene el proyecto es saber se de aquí a 10-15 años se produce una reversión en la ordenación de los montes de la comunidad”, concluye. Los objetivos son ambiciosos, pero trabajo, ilusión y energía no faltarán.

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