El ámbito de trabajo: O Barbanza

Como de costumbre, las condiciones físicas (geomorfológicas, de topografía, insolación, etc.) determinaron la ubicación de las comunidades a lo largo de la historia, directamente relacionada con las capacidades agrológicas de cada espacio y, en consecuencia, con los manejos agropecuarios. En el Barbanza, como en toda la Galicia atlántica, la ocupación del territorio se intensificó en el s.XVIII, resultado de la revolución labriega que supuso la incorporación de las plantas americanas y las intensas rotaciones aparejadas. Ha perdurado hasta la actualidad, a grosso modo, este uso del territorio, con un incremento notable de vivienda e industria, mas el asentamiento en los núcleos poblacionales se corresponde en gran medida a la máxima ocupación que se conoce hace más de 200 años.

El ámbito en el que se desarrolla el proyecto del Laboratorio Ecosocial es el Barbanza, península situada entre las rías de Noia y Arousa, un territorio con una considerable densidad poblacional y con una profunda antropización. Esta bien definida región de Galicia se caracteriza por una diseminación poblacional extensa y antigua, así como por la presencia de villas de pequeño y medio tamaño, de distintos orígenes y evolución, pero todas de carácter portuario. Las villas conviven con aldeas en una interrelación que responde a dinámicas y usos históricos del territorio, los cuáles se han distorsionado en las últimas seis décadas por políticas de intervención estatales que tenían por objetivo ordenarlo y desarrollarlo.

El Océano Atlántico rodea esta península de 30km de largo hasta los estuarios de los ríos Tambre y Ulla. En el centro se levanta la sierra del Barbanza, conformada por materiales graníticos y esquistosos, que con 5 km de ancho y 15 km de largo alcanza una altitud superior a los 600 metros. Elevaciones significativas y una singular penillanura que refleja una antigua superficie de erosión “un perfecto horst unido por fallas donde se conserva la superficie de aplanamiento eógena, salpicada de relieves residuales”, según Augusto Pérez Alberti. La tecnónica afecta a la litología desde que en el Precámbrico, hace mil millones de años, empezaron a depositarse materiales, lo que sumado a la combinada acción morfogenética de la sucesión climática hasta el actual clima oceánico y la más reciente aún acción humana, definen la morfología y el relieve de este territorio. Por su disposición NE-SO, la sierra se configura como una barrera para los vientos procedentes del mar por lo que, en función de su orientación, sus laderas presentan condiciones microclimáticas dispares.

Todos estos condicionantes físico-climáticos favorecieron la consolidación de escosistemas diversos en los que las comunidades se asentaron de una forma intensa ya que desde la Edad de Bronce, como evidencian los numerosos restos arqueológicos que se encuentran en el área y que nos remiten a los orígenes del Neolítico, al sedentarismo y la agricultura hace siete mil años.

Como vimos en artículos anteriores a día de hoy una gran extensión del territorio del Barbanza (36%), superior a la media gallega (22%), está gestionado en mancomún por comunidades locales de las que podemos extraer múltiples lecciones y encontrar oportunidades para la reactivaciónd e los espacios rurales. El Barbanza, y el resto del país, visto con los ojos de un historiador del agro contemporáneo “es un territorio dominado por el abandono rural y agrario: por el abandono del medio rural y la desagrarización del territorio”. Visto el abandono por un paisano de cierta edad, con experiencia y memoria labriega, labriego de oficio o de orígenes, “es un territorio desaprovechado”. De ahí la necesidad de movilizar voluntades para recomponer esta situación.

Hoy una gran extensión del territorio del Barbanza (36%), superior a la media gallega (22%), está gestionado en mancomún por comunidades locales de las que podemos extraer múltiples lecciones y encontrar oportunidades para la reactivaciónd e los espacios rurales.

La clave de este proyecto se encuentra en la posibilidad de relacionar la capacidad histórica de las comunidades agrarias de aprovechar los recursos naturales manejando el territorio de una forma orgánica, intensificadora y, por ello, sostenible, con las necesidades de un futuro también sostenible, en la actual coyuntura de transición ambiental. Para abordarlo recurrimos a los estudios de caso con una metodología que busca el diálogo de saberes. Desarrollar la indagación requiere el estudio en profundidad de la diversidad de casos siguiendo los métodos de la historia social y agraria y de la agroecología. Estudiamos grupos humanos que manejan de formas diferentes territorios diferentes a lo largo del tiempo para producir, en un proceso de coevolución con la naturaleza. Es necesario enfocar el proceso con el microscopio de la historia, para conocer la diversidad, la profundidad temporal y la capacidad de cambio y adaptación de esas prácticas de manejo, así como los conocimientos producidos por la comunidad en su relación de largo plazo con el territorio (manejo) y con su entorno exterior (mercado, emigración).

La clave de este proyecto se encuentra en la posibilidad de relacionar la capacidad histórica de las comunidades agrarias de aprovechar los recursos naturales manejando el territorio de una forma orgánica, intensificadora y, por ello, sostenible, con las necesidades de un futuro también sostenible, en la actual coyuntura de transición ambiental.

Con la intención de tener una diversidad de casos, seleccionamos tres ámbitos muy diferentes: las Brañas de Laíño; la Comunidad del Monte Vecinal en Mano Común de Froxán; la Comunidad de Baroña, que incluye los Montes Vecinales en Mano Común de Barbanza, Enxa, Xián, Dordo, Costa de Abaixo e O Sobrado.

(Subtítulos en español disponibles a través de las opciones de configuración del vídeo)

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